miércoles, 17 de marzo de 2010

El Espejo


El Espejo

Todo empezó cuando el pequeño Alejandro se miró en ese espejo. Un espejo muy raro y valioso. De esos que aún llevaban plata, que ya no se hacen, con marco de oro y que cuestan una fortuna.
Y ahí estaba
Alejandro se veía. Casi parecía que no había nada fuera de lo normal.
Su reflejo, un pequeño niño de unos siete años, con la cara sucia, el  pelo azabache revuelto y los cordones de los zapatos sin atar le devolvía la mirada del otro lado del cristal. Sí, eso era normal.
Pero ahí había algo.
Repentinamente se dio cuenta de qué era. Dentro del espejo,  al fondo de la habitación, junto a la puerta,  se veía a una niña, de algunos diez años, con el pelo del mismo tono que el de él, pero mucho más arreglado en unos delicados caireles que le caían sobre los hombros, con un vestido níveo e impecable y unos zapatos inmaculadamente blancos.
Pero ahí no tenía que haber nadie, claro que no. Se había cerciorado de ello cuando entró a esa habitación, la habitación a la que precisamente tenía prohibido entrar.
Volteó y, efectivamente, ahí no había ninguna niña. Volvió la vista al espejo y ahí sí que estaba. Confuso paseó su mirada una y otra vez del espejo a la puerta, de la puerta al espejo.
La niña del reflejo le dedicó una sonrisa divertida y después se desvaneció como un suspiro al tiempo que Alejandro abandonaba la habitación con un  grito.
Al día siguiente y a pesar de que seguía asustado, Alejandro fue a la escuela normalmente. No comentó el incidente del espejo con sus padres, pues ¿cómo decirles que había estado jugando en aquella habitación, desobedeciéndolos?
En su escuela, era hora del almuerzo. El niño jugueteaba con su comida, mirando su reflejo en su cuchara, siempre le había parecido gracioso como se alteraba su imagen. Pero ese día, al mirarse vio de nuevo a la niña, graciosamente deformada en la parte cóncava de su cuchara con exactamente el mismo aspecto del día anterior. Alejandro tenía miedo. La ocupante de su cuchara le dedicó una amplia sonrisa y él, gritando, tiró la cuchara al suelo y se echó a correr.
Empezó la paranoia. El niño sentía que todos los espejos lo veían, vigilantes. Y es que en absolutamente todos los espejos, y en cualquier cosa reflejante, la niña de la sonrisa traviesa se le aparecía, siempre blanca, siempre sonriente, siempre perturbante. Aunque, quien sabe por qué, a él  le daba una extraña sensación de familiaridad.
Espejos, espejos, espejos, le parecía que todo de repente se había vuelto reflejante solo para que la niña de la sonrisa perturbadora  lo siguiera para atormentarlo.
Sus padres de comenzaron a preocupar. No quería comer, no dormía y no jugaba. Parecía ido, como un muerto viviente.  Para que Alejandro se relajara y se distrajera de lo que fuera que él estaba pensando, decidieron llevarlo de paseo
Fueron a un hermoso lago cercano a su casa. Mientras mamá y papá dormían, el niño recorría la orilla del lago. Siempre le había gustado ese lugar, el agua era cristalina, pura y limpia y al fondo había peces de colores.
 Se acercó un poco más a la orilla de ese diáfano lago y , al tiempo que recordaba que su padre alguna vez había dicho “ese lago es precioso, está tan limpio que podrías usarlo como espejo”, vio al fondo del lago a la causante de su malestar. La niña se antes estaba ahí, aunque esta vez no parecía un reflejo, sino que realmente estaba dentro del agua. Sus ojos eran hipnotizantes, de un negro oscuro, iguales a los de él. La pequeña le sonría cautivadoramente, invitándolo a acompañarla. El niño, completamente hechizado, dio un paso hacia el lago… y otro, y otro mientras la niña sonriente lo animaba a hacerlo…
Sólo varias horas después sus padres notaron su ausencia. Llamaron a la policía y mucha gente buscó por varios días, pero no lo encontraron. La gente no se explicaba que había pasado, pero los policías rápidamente llegaron a la conclusión de que se había ahogado, aunque en el lago no había ningún cuerpo. Los padres estaban deshechos, ya habían perdido a su segundo hijo.
Sí, el segundo. La primera la habían perdido hacía ya tiempo y en circunstancias aún más extrañas que en esta ocasión. Tampoco sabían que había pasado con ella. Lo único que sabían era que un día la mandaron castigada a su cuarto (ese cuarto al que Alejandro tenía prohibido entrar) y de ahí nunca salió. Dicen que, aburrida, ella pasó todo el tiempo mirándose al espejo (ese espejo que después su hermano encontraría).
Nadie sabe, pero dicen que se veía en el espejo tan obsesionadamente que en él quedó atrapada. En ese espejo que seguramente guarda más de un secreto.  

miércoles, 10 de marzo de 2010

Arcoiris



¿Alguna vez te has fijado lo hermoso que es un arcoiris en un día lluvioso?


Sí, es un día terrible, llueve sin parar y de repente ahí está. el arcoiris, llenando de alegría un cielo gris.


Pero con arcoiris no me refiero solamente a ese fenómeno óptico y meteorológico que produce la aparición de un espectro de luz continuo en el cielo cuando los rayos del sol atraviesan pequeñas partículas de humedad contenidas en la atmósfera terrestre, no.

Un arcoiris puede ser alguna persona, algún lugar, alguna palabra. Un arcoiris, alguien  o algo que te alegra, que te dá fuerzas para seguir adelante, que te hace sentir especial (pues en el fondo tú sabes que solo respaldece para tí), que surge en los días más grises y lluviosos pero que con su magia te recuerda que la felicidad puede surgir incluso en los peores lugares y hasta en los peores momentos.

Mi arcoiris es una sonrisa, una sonrisa de cierta persona y  con solo ver esa sonrisa es suficiente para que yo me alegre, como me alegro al ver un arcoiris.
Y gracias a él los peores días se llenan de felicidad, y siento que realmente tengo mucha suerte, pues sé que su sonrisa (al igual que mi arcoiris) brillan solo para mí.

sábado, 6 de marzo de 2010

El sentido de la vida, el universo y todo lo demás.

Cuando más me preguntaba cuál era el sentido de la vida, David, mi primo, apareció como una luz en las tinieblas y me dijo: es a la derecha.
Aunque yo sigo creyendo que es al a izquierda.

Tiempo después dije, el gran Google debe saber la respuesta y busqué: "el sentido de la vida"
Encontré un sitio donde decía "El sentido de la vida, el Universo y todo lo demás"
Era la Inciclopedia, un lugar ya muy conocido para mi.
Así que ahora lo sé.
¡El sentido de la vida, el Universo y todo lo demás es...!

Mi mundo está al revés.

Si, mi mundo está al revés.


Porque quiero a quien me ignora e ignoro a quien me quiere.

En la escuela juego y en la casa estudio.

Mis "amigos" no me hablan y mis "enemigos" me consuelan.

En los cuadernos corazones y en las manos las lecciones.

De día sueño y de noche no duermo.

Te quiero mientras te odio.

Mi mente vaga por todos lados, mientras mi cuerpo camina por otros rumbos.

Grito en silencio y lloro a toda voz.

El día pasa rápido, pero los segundos de espera son eternos.

Ayer era feliz, hoy quiero llorar.

Lo que pensé que era malo, hoy es bueno

Y lo que era lo mejor, hoy está mal.

Quiero que llegue el mañana, peor no quiero vivir el hoy.

Sueño, sin aspirar a nada.

Miro sin ver

Oigo sin oír.

Si, respiro, pero no vivo.

Como, pero eso no alimenta.

Duermo, pero eso no me descansa.

Porque hablo dormida y sueño despierta.

Si, por eso y más cosas.

Mi mundo está al revés, está de cabeza.

Gira el mundo sin estar mi pies en la tierra.

viernes, 5 de marzo de 2010

De lágrimas y tonterías: crónica de mi semana.

Breve crónica de mi semana.

Lunes.
Un buen día, a pesar de ser lunes. La mañana esta fresca, hace un poco de frío, pero es normal. Lunes es día de uniforme de gala, yo, por ser de la escolta llevo falda blanca y corbata guinda, el reto lleva ropa azul y corbata también azul. Es molesto usar corbata, siento que me asfixio. Un fastidioso acto cívico en la escuela, pero un lindo día. Organizamos una ida al cine con todo el grupo. Anuncian examen de matemáticas el jueves. Se me rasgaron mis calcetas y casi se rompió el tacón de mi zapato. La maestra de inglés no asistió y me fui a la plaza a comer nieve y pasear un rato. La tarde es muy calurosa, contrastando con la fría mañana. La noche tiene una linda luna y subo al techo de mi casa a verla. Noche tranquila, el sueño me invade y me voy a dormir.

Martes.
Todo bien, para ser martes, Los martes son días malos para mí. Ninguna novedad, mañana fría, tarde calurosa, noche estrellada y hermosa. Mañana al cine con los amigos, que genial.

Miércoles.
Desastre, tragedia, catástrofe. Él no vino hoy a la escuela . ¿Quién es él?, pues es la persona que con su simple presencia me alegra todo el maldito día. Y hoy no vino, que mal.
Casi me pongo a llorar cuando me di cuenta de que no estaba. El día transcurre con normalidad, hasta que noto que mis "amigos" no me hablan, me evitan, me hacen a un lado. Y yo quiero llorar. Y esto sumado a lo otro traen una cascada proveniente de mis ojos, que no puedo contener. Vamos camino al cine, todos preguntan ¿qué tienes Samantha, porqué lloras Samy? Como si no supieran que odio que me digan "Samy". Y que lloro, lloro por culpa de cada uno de ellos, que me ignora, que me evita y que me lastiman. Mi supuesta mejor amiga va acaramelada con su novio, ni siquiera se ha dado cuenta de que he llorado. En el cine me dejan sola y tengo que sentarme a ver "El hombre lobo" yo, sin nadie más. Llego a mi casa, me lavo la cara. Me duermo aunque sean las 7, no me importa. decido que en este momento (en este y en todo momento) son mejores los sueños que la realidad.

Jueves.
Lo opuesto a ayer. Todo me sale bien, todos me hablan, la maestra ospuso el examne de hoy para mañana, él si vino, el me vio, el sonrió. Si, todo me sale bien. Eso no está bien. Casi siempre que tengo buena suerte es solo preludio de otra cosa mala, terriblemente mala. Como sea, mejor me preocupo de eso después, ahora solo disfruto el momento. Como los buenos momentos son tan escasos, mejor aprovecho sin preocuparme de nada más.

Viernes.
Día raro. Solo entré a dos de las ocho clases. Raro, raro, raro. Hoy hubo un concurso de canto en mi escuela, me salé las otras clases para ir a ver. Había examen hoy y no entré a la clase. Como sea, nunca me han gustado los viernes, me entra un aire de nostalgia muy raro. Y todo lo demás normal, mañana fría,tarde calurosa, noche estrellada. Voy al techo de mi casa, la noche está maravillosa. La suave brisa que corre entre los árboles me trae el olor a bosque, a naturaleza, a parcelas de fresa y a agua corriendo. Es lo bueno de vivir alejada de la ciudad.
"Carpe Diem" "Keep moving foward"
"Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor, cuando no muere mata, porque amores que matan , nunca mueren" (Joaquín Sabina)