domingo, 21 de noviembre de 2010

Documento blanco

Déjenme contarles algo que me pasó hace no mucho:

"Samantha ve impotente el documento en blanco frente a ella. Lo que más odia ver es un documento en blanco, porque es al mismo tiempo un desafío y un recordatorio de su escasa imaginación que no le permite escribir una historia suficientemente buena para ella.

Y es que nada es suficientemente bueno para alguien que ha leído tantos libros como ha podido (todos los de la biblioteca de su escuela, los de la pequeña biblioteca en su pueblo y los cientos de libros que ha comprado)

El documento en blanco sigue blanco. Las palabras no toman orden en su cabeza, a pesar de que lleva tanto tiempo pensándolas. Y al fin se decide a escribir y ve que no es tan difícil, y todo sale de esas pequeñas teclas de su portátil de una forma tan fluida y natural como si alguien le estuviera dictando, susurrándole las palabras al oído.

Para alguien que quiere convertirse en escritora al crecer, esta actividad es de gran importancia. Solo escribe un cuento, por placer y sin ánimos de enseñárselo a alguien. “Es una práctica, no les mostraré esto a los demás” se dice. Su gran sueño es completar una de sus obras, esas que ya están escritas en su cabeza, y que solo buscan una forma de salir. “A través de mis manos, por supuesto” se dice.

Solo se escucha el sonido de sus manos volando sobre el teclado. “Ah, me he equivocado” regresa y corrige, pero ya ha perdido el hilo de sus ideas. Relee lo último que escribió y retoma desde ahí.

Se le ocurre una idea espectacular para añadirle a la trama y la escribe. “Anda, que eso lo vi anoche en televisión” y entonces va y lo borra, lamenta haber perdido ese estupendo diálogo.

Termina otro párrafo. Ya ni recuerda el “temible” documento blanco que era en un inicio. Ahora está lleno de sus ideas, de sus pensamientos y ella piensa que es muy asombroso como un simple susurro en su cabeza pueda estar ahpi representado por las letras que componen el alfabeto.

27 letras. Es tan asombroso que con solamente 27 letras pueda dar vida a esos pequeños seres que nacieron en su mente y vivieron tantas aventuras. 27 letras ordenadas, agrupadas en palabras que forman sus párrafos para terminar su texto.

Punto final. Y al final, Samantha declara, “gané yo” mientras ve el documento. El contador de Word le dice que son 1357 palabras, y ella se sorprende de haber escrito tanto. “Ah, mira qué curioso, no me di cuenta de que pasó el tiempo” dice cuando ve que la manecilla del reloj avanzó más de lo que ella había pensado. O su a reloj le había dado por entrenar para un maratón, o era realmente tarde.

Entonces se da cuenta que en cuanto terminó de escribir le dio un sueño terrible, que le gritaba “¡Apaga la maldita computadora!”

Se decide a apagar el portátil, y como puede se las arregla para llevar el puntero del mouse hacia la pequeña tachita roja que está en la parte superior del documento. Le sale un cuadro de diálogo y sin más le da click en uno de los botones.

Entonces se da cuenta que le puso en “No” cuando le preguntaron que si deseaba guardar los cambios.

Revisa y ni rastros de su documento.

Maldice a su torpeza, cierra la computadora de golpe, se acuesta sobre su cama y dice “buenas noches”

Tuvo pesadillas con documentos en blanco que no se guardaban."


Claro que Samantha soy yo. Y sí, perdí el fruto de mi gran esfuerzo por darle click en "no"

"Carpe Diem" "Keep moving foward"
"Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor, cuando no muere mata, porque amores que matan , nunca mueren" (Joaquín Sabina)